16 de marzo de 2010

Cuando ya te has olvidado de donde estan los interruptores en la casa de tus padres.

Tu refugio

Un día lluvioso. Escapas de la humedad, quieres refugiarte del frío. Y entonces lo ves. Corres hacia él chapoteando con los zapatos y entras:
es un Café. Sillones mullidos, mesitas de ébano. El olor flotante de la canela, el cacao y, naturalmente, del elixir de la vida. Periódicos en las esquinas, tazas vacías en las mesitas pegajosas. Despojándote del abrigo chorreante, te sientas y pides un capuccino. Sorbes la espuma espolvoreada con cacao echando una ojeada por la ventana. Y entonces te das cuenta que eres feliz.
Bienvenido al Café Odeon.