20 de marzo de 2009

Un refugio

Un día lluvioso. Escapas de la humedad, quieres refugiarte del frío. Y entonces lo ves. Corres hacia él chapoteando con los zapatos y entras:
es un Café. Sillones mullidos, mesitas de ébano. El olor flotante de la canela, el cacao y, naturalmente, del elixir de la vida. Periódicos en las esquinas, tazas vacías en las mesitas pegajosas. Despojándote del abrigo chorreante, te sientas y pides un capuccino. Sorbes la espuma espolvoreada con cacao echando una ojeada por la ventana. Y entonces te das cuenta que eres feliz.

Bienvenido al Café Odeon.

2 comentarios:

  1. Qué bonito Starbucks me describes, aquel cuyo nombre empieza por M... Pinta bien, pero personalmente un café más tradicional, que creo que es lo que intentas conseguir, no tendría esos sillones mullidos, sino unas viejas y gastadas sillas de madera pulida por el uso.

    Te conozco M..., y si tú no me reconoces recuerda fiestas y recuerda conversaciones, pero sobre todo recuerda el terrible spray de agua gigante y al malvado ideólogo que lo diseñó.

    P.D. Visita mi blog: cheerful-madhouse.blogspot.com

    ResponderEliminar

Tu refugio

Un día lluvioso. Escapas de la humedad, quieres refugiarte del frío. Y entonces lo ves. Corres hacia él chapoteando con los zapatos y entras:
es un Café. Sillones mullidos, mesitas de ébano. El olor flotante de la canela, el cacao y, naturalmente, del elixir de la vida. Periódicos en las esquinas, tazas vacías en las mesitas pegajosas. Despojándote del abrigo chorreante, te sientas y pides un capuccino. Sorbes la espuma espolvoreada con cacao echando una ojeada por la ventana. Y entonces te das cuenta que eres feliz.
Bienvenido al Café Odeon.